11 Jul 2023
Gases renovables y soberanía energética
Si bien en términos geográficos España se encuentra enclavada en una Península, hablando desde un punto de vista estrictamente energético, no hay duda de que se trata en realidad de una isla; una isla en la que se consume tres veces más energía de la que se genera y donde apenas se tiene capacidad de control sobre la volatilidad de los precios.
En este contexto tan desalentador, la dependencia al gas exterior (proveniente de uno u otro país) podría antojarse, por tanto, ineludible; pero estaríamos cayendo en el error de obviar las posibilidades reales que el sector de la Economía BIOcircular ofrece en cuanto a la generación de biogás, un combustible sostenible y versátil que puede utilizarse para descarbonizar el calor o la electricidad, como combustible ecológico en el transporte o para ser inyectado en la red de gas natural ya existente (transformado en biometano).
La materia orgánica que está presente en enorme abundancia en los residuos y subproductos de nuestros campos, montes, industrias agroalimentarias y forestales, podrían proporcionar el carbono renovable con el que sustituir, llegado el caso, al carbono fósil presente en los derivados del petróleo que se utilizan con fines energéticos. Mediante un conjunto de reacciones termoquímicas, la biomasa sólida puede transformarse en una serie de gases susceptibles de ser utilizados en una caldera, una turbina o un motor, tras su adecuado acondicionamiento.
Y es que, quizá España no haya sido agraciada con las codiciadas (aunque muy contaminantes) reservas de hidrocarburos de las que disponen los países que son exportadores, pero sí somos una potencia europea en recursos biomásicos provenientes de los sectores primario y secundario, además del sector residuos. No en vano, somos el principal productor de aceite de oliva del mundo, el principal productor de ganado porcino de Europa, uno de los principales exportadores de hortofrutícolas, y, aunque pueda resultar sorprendente, el tercer país europeo en superficie arbolada (solo por detrás de Suecia y Finlandia).
La producción sostenible de biogás reduce los residuos y las emisiones de metano procedentes del estiércol y los vertederos, y limita la dependencia de la industria a los fertilizantes minerales, esto último, de gran relevancia hoy en día debido a la reciente escasez de fertilizantes y el aumento de sus precios. Así, a diferencia de lo que ocurre con los combustibles fósiles, el biogás podría ahorrar hasta un 240% de emisiones de gases de efecto invernadero y el biometano hasta un 202%.
Dicen que toda crisis es una gran oportunidad y la crisis energética ya está entre nosotros. Dada la situación actual, el aumento de los precios de la energía y la mayor ambición de la Unión Europea de alejarse de los combustibles fósiles, la bioenergía en su conjunto debe ser reconocida como una de las soluciones clave para aumentar la seguridad energética de la UE y promover una transición justa.
Y a nivel nacional, España tiene la oportunidad de aprovechar su posición privilegiada, creer en su potencial y apostar por la economía biocircular y los gases renovables. Solo con medidas de este tipo podremos poco a poco librarnos del estigma de ser una isla energética en medio de Europa para presumir, en todos los sentidos, del ansiado estatus de península.
El artículo completo elaborado por BIOPLAT está disponible en el número 245 de la revista Retema.