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27 Abr 2021

El sector de la Biomasa ante los retos de la Transición Ecológica, por Javier Gil

Javier Gil

Director del Departamento de Biomasa del Centro Nacional de Energías Renovables (CENER)

www.cener.com

www.bio2c.es

En la actualidad, para todos es indiscutible que las energías renovables van a ser un pilar fundamental para abordar los retos de la Transición Ecológica. Pero, ¿cuál será el rol de la Biomasa dentro de esta transición?

En comparación con otras renovables en las que el recurso (sol, viento, etc…) es gratuito, en el caso de la Biomasa el coste del recurso tiene un impacto muy relevante en su competitividad. No obstante, hay que tener en cuenta que ese encarecimiento viene derivado fundamentalmente del coste de la mano de obra necesaria en todas las operaciones involucradas en el suministro de la materia prima, aunque al mismo tiempo es la causa del impacto positivo de la Biomasa en la generación de empleo. Los proyectos de Biomasa también implican la implantación de industrias de trasformación en el entorno rural que dinamizan la economía con impacto fundamentalmente en las zonas rurales; en la España vaciada. Consecuentemente, el retorno para la sociedad en forma de impuestos y de reducción del coste asociado a la despoblación, debe tenerse en cuenta. Este impacto positivo es independiente de la aplicación que se le dé a la Biomasa, ya que en su mayoría está relacionado con el suministro del recurso.  Las políticas que incentiven la movilización de la Biomasa residual tendrán por ello un impacto directo en el empleo y en el desarrollo rural.

Pero además la Biomasa debe siempre garantizar su sostenibilidad medioambiental o no será viable. La aceptación por parte del ciudadano es clave para el desarrollo completo del sector, maximizando el aprovechamiento del recurso de forma sostenible. Las personas que trabajamos en el sector debemos ser garantistas de ello, aprender de lo acontecido en el caso de los biocombustibles de primera generación, e implantar procesos de certificación que garanticen la sostenibilidad de las operaciones de forma eficiente, en línea con la regulación en sostenibilidad establecida por la Directiva 2018/2001, que debe ser traspuesta en breve. En este aspecto es imprescindible priorizar el uso de los biorresiduos urbanos y de la Biomasa residual generada en los sectores ganadero, agrícola y forestal,  favoreciendo el desarrollo de una economía circular; minimizando, por ejemplo, el impacto de la gestión de los purines o de los incendios forestales. Todo ello en línea con el principio de uso en cascada de la Biomasa, que prioriza las aplicaciones de mayor valor añadido para la Biomasa de mayor calidad y restringe la aplicaciones energéticas a la utilización de la Biomasa residual.  La fabricación de productos que perduran en el tiempo, como por ejemplo la construcción en madera, actúa como un sumidero de CO2 y genera a su vez subproductos y Biomasa residual que pueden valorizarse en otras aplicaciones de forma sostenible, favoreciendo con ello el desarrollo de la bioeconomía.

Hasta la fecha el foco de la reducción de emisiones se ha puesto en el sector eléctrico, donde las renovables (eólica, solar, etc…) han alcanzado un buen nivel de madurez tecnológica y han reducido sus costes hasta ser competitivos con respecto a la generación basada en fuentes fósiles.  El sector de las renovables eléctricas se enfrenta al reto de gestionar la variabilidad de la generación fotovoltaica y eólica mediante el desarrollo del almacenamiento y el acoplamiento sectorial. Aquí la Biomasa eléctrica y solar termoeléctrica podrán jugar un papel en función del marco regulatorio y su concurrencia con otras alternativas, con un coste de generación eléctrica renovable a la baja.

La competitividad y el desarrollo de las renovables eléctricas han llevado a que los planes de descarbonización  prioricen la electrificación de la economía como paradigma para alcanzar  la neutralidad climática. Sin embargo muchos sectores y aplicaciones son difícilmente electrificables, o su electrificación requiere la renovación de infraestructuras y equipos, lo que puede retrasar el proceso. Por ello la Biomasa va jugar un papel importante,  primero como fuente renovable de transición hasta la electrificación de algunas aplicaciones, y finalmente como fuente renovable en aplicaciones en las que la electrificación no sea posible o no sea competitiva.

Según el balance de energía final de España en 2019 el consumo de combustibles fósiles (sin contar la electricidad) en la industria, el transporte y sectores diversos supuso casi 60 Mtep (IDAE). La aportación renovable fue solo de 6,3 Mtep  (el 99,9%  de ella correspondiente a Biomasa), por lo que el esfuerzo necesario para descarbonizar (o mejor dicho desfosilizar) el consumo energético de estos sectores es ingente.

Por otro lado, los recursos de Biomasa sostenible, aunque con un gran potencial, son finitos y por lo tanto no es posible que tenga un impacto relevante en todos los sectores.  El potencial de Biomasa disponible en España a partir de residuos forestales y agrícolas es del orden de 12 Mtep, sin contar el potencial de cultivos energéticos (Evaluación del Potencial de la Energía de la Biomasa. Estudio Técnico PER 2011-2020, IDAE) a los que habría que sumar aproximadamente 1 Mtep adicional proveniente de biorresiduos, y un potencial importante adicional correspondiente a los purines y otros tipos de Biomasa residual.

Para aprovechar todo este potencial y maximizar su impacto es necesario que se establezcan los incentivos adecuados,  centrándose en las aplicaciones en las que la Biomasa aporta más valor añadido y tiene un mayor impacto en la reducción de emisiones. Éstas deben ser aquellas en las que la Biomasa es más competitiva en términos de coste de CO2 evitado, y en las que no hay alternativa renovable mejor que la Biomasa. Las aplicaciones que aprovechan infraestructura y equipamiento existentes, así como aquellas que aprovechan la economía de escala, tienen el potencial de ser más competitivas en la reducción de emisiones y de realizar una penetración más rápida en el mercado.

Algunas de estas aplicaciones pueden considerarse hoy maduras y otras están en diferentes niveles de desarrollo, por lo que es necesaria una inversión decidida en I+D+i para desarrollarlas tecnológicamente si queremos lograr la Transición Energética.

Entre dichas aplicaciones podemos a priori identificar algunas opciones:

  • Por ejemplo, el consumo de combustibles fósiles sólidos (carbones y coque de petróleo) en la industria, suman 2,2 Mtep, con un elevado factor de emisión de CO2 (tonelada de CO2/MWhPCI), y con un alto potencial para ser sustituidos al menos parcialmente por Biomasa.
  • El consumo de gas natural suma 14 Mtep.  La inyección de biometano en las redes de transporte y distribución de gas natural permitirá poner este recurso renovable a disposición  de millones de potenciales usuarios de forma eficiente.
  • El transporte pesado por carretera, aviación y transporte marítimo suman actualmente una demanda aproximada en España del orden de 17 Mtep. Son sectores difícilmente electrificables para los que es necesaria una alternativa renovable.  Los biocombustibles avanzados parecen por tanto la opción más competitiva en costes, aunque las tecnologías no están maduras y requieren aún un importante esfuerzo en investigación y desarrollo.

En algunos casos el precio del CO2, si los mecanismos previstos del sistema EU-ETS (acrónimo en inglés de Régimen de Comercio de Emisión de la UE) funcionan adecuadamente, será suficiente para incentivar la sustitución del combustible fósil. En otros casos, como en el de los biocombustibles, las obligaciones de comercialización generan un mercado regulado en el que las diferentes alternativas pueden competir. Adicionalmente pueden ser necesarios otros mecanismos para facilitar la movilización de todos los recursos de Biomasa sostenible disponibles, entre ellos un apoyo decidido a la I+D+i, para que tenga un impacto real en la sociedad.

Finalmente, es importante destacar el papel que juega la Biomasa como materia prima en la obtención de bioproductos que pueden llegar a sustituir a otros, actualmente de origen fósil, mediante el desarrollo de bioindustrias. Esto supone una oportunidad para mejorar la sostenibilidad de muchos procesos de conversión existente y para fortalecer el tejido industrial mediante el desarrollo de la bioeconomía circular.

En definitiva, la Biomasa va a jugar un papel relevante en la reducción de emisiones y descarbonización de la economía española para cumplir los objetivos de 2030 y alcanzar la neutralidad en 2050. La versatilidad de las potenciales aplicaciones de la Biomasa le brinda oportunidades de contribuir a lograr estos objetivos en múltiples sectores y aplicaciones, tanto energéticas como en la producción de bienes de consumo. La Biomasa es, sin duda, una apuesta sólida y de futuro.


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